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miércoles, 30 de julio de 2014

Y vos, ¿sabes qué es AFS Programas Interculturales?

 Para quienes no lo saben, soy voluntaria en una organización llamada AFS Programas Interculturales, ¿y de qué trata? De muchas cosas, pero en dos palabras: intercambios culturales.
AFS es una organización no gubernamental, de base voluntaria que nació allá por 1914, ¿les suena conocido el año? En 1914 surge la Primer Guerra Mundial y AFS nace gracias a conductores de ambulancias que recogían heridos en el campo de batalla. El contacto con personas de diversas nacionalidades les permitió ver que en realidad no tenemos tantas diferencias. 
 Por lo tanto AFS tiene nada más y nada menos que 100 años.
 Conocí esta organización por voluntarios y estudiantes que visitaron mi colegio, escucharlos hablar sobre la interculturalidad y la posibilidad de estar en contacto con otras culturas, encendió mi curiosidad y mis ganas de ser parte. Al año siguiente de esa visita, me hice voluntaria y hasta hoy sigo trabajando en mi comunidad.
 AFS no sólo me ha permitido formar grandes amistades, sino que me ha demostrado lo poderoso que puede ser el lazo que se crea entre un estudiante, que viene de una cultura diferente a la nuestra, y la familia que lo recibe.
 AFS es familia, amistad, amor, aprendizaje, comprensión, diversión y tantas cosas que tendría una lista enorme.
 Siempre animo a las personas para que viajen, para que reciban a un estudiante en su hogar o para que sean voluntarios. Cualquier forma que elijan para participar, les aseguro que aprenderán muchísimo. 
 Hasta ahora no he tenido la oportunidad de viajar al exterior, pero he traído el mundo a mi vida, sin salir de mi país. 
 Anímense, sean parte de este tipo de experiencias!

Para más info: www.afs.org.ar

 



sábado, 26 de julio de 2014

Del otro lado del mundo - Relato

 Estar lejos de casa suele ser motivo para pasar días de nostalgia, los recuerdos comienzan a transportarte a aquellos años en los que todo tenía otro sentido, momentos en los cuales todo parecía ser más sencillo.
 Hacía ya cinco años que vivía del otro lado del mundo. Nueva Zelanda era un pequeño país el cual necesitaba su tiempo para ser descubierto, en cada rincón había algo sorprendente que valía la pena encontrar.
 Un sueño me había llevado lejos de casa y era feliz en mi nuevo hogar, pero había momentos en los que deseaba recibir una invitación a comer tortas fritas con unos buenos mates. Ya me había desacostumbrado a tomarlos por la tarde y todo debido a que vivía tomando té, que era lo máximo que podía compartir con los colegas de mi trabajo. Para ellos cebarles un mate era mortal, sorber algo extraño que otra persona, antes, había tocado con su boca y se le agregaba que el sabor les parecía muy fuerte, fuera amargo o dulce. Así, en soledad fui perdiendo la costumbre.

 Era una tarde silenciosa, de esas en las que se ve a lo lejos un amenazante nubarrón y se siente en el aire el típico olorcito a lluvia que baja de las montañas. Cuando esta a punto de llover todos se resguardan en sus casas, en Hokitika el clima se caracteriza por ser húmedo. La gente está cansada y ya no le parece simpático. En cambio para mí, que había vivido por veintiún años en una zona muy ventosa y seca, caminar bajo la lluvia era glorioso. Sin embargo, esa tarde decidí quedarme en casa.
 Para pasar el tiempo, tomé mis lápices y comencé a dibujar, pero me faltaba algo. Estaba muy silencioso y decidí encender la radio, pero no logré sintonizar ninguna emisora. Solían dejar de transmitir cuando se aproximaba una tormenta, para evitar que se quemaran los equipos.
 Entonces, decidí encender la computadora. Allí seguro podría encontrar algo. Busqué y busqué, hasta que finalmente encontré una estación que me pareció familiar. Me quedé escuchando y descubrí que era de mi país. Acostumbraba escuchar los programas y me gustaba mucho la música que transmitían. Me hizo sentir acompañada.
 Desde mi ventana podía ver las altas montañas y parte de la ciudad. De fondo escuchaba una bella melodía que me trasladaba lentamente a mi niñez. Solía imaginarme en un país extraño, hablando otro idioma, que generalmente inventaba. Me gustaba pensar que causaba curiosidad de dónde era.
 El tiempo fue pasando y logré alcanzar mi sueño de viajar. Y siempre la gente me preguntaba sobre Argentina, para mí era muy divertido explicarles nuestras costumbres.

 Mientras deslizaba el lápiz al son de la música, sonreía recordando. De repente esa sensación de triste soledad se fue disipando, el día afuera estaba gris pero en mi hogar era de todos colores, lleno de música y de risas que yo misma producía. Haber logrado encontrar una buena amiga, llamada radio, hizo que estuviera con mi familia, mis amigos y con maravillosos momentos vividos.

-Relato publicado en Selección de relatos breves: Prendí la radio y se encendió el aire. - LRG 3000 Radio Universidad-Calf