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viernes, 22 de noviembre de 2013

Viajes

Una vez leí: "Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía"
Que certero resultó ser.
He viajado y mientras lo hago leo un libro, sintiendo que estoy leyendo dos historias, por un lado la del libro y por otro la mía.
En mi historia, comienzo con inquietud, curiosidad, intriga, me pregunto qué sucederá en mi viaje, a quién conoceré, qué haré. Mientras transcurre, voy conociendo a los diferentes personajes, desde el bueno que me ayuda aclarar mis dudas y es una especia de guía; hasta el malo, que intenta sacar provecho de mi desconocimiento, pero señores... seré algo despistada pero no como vidrio.
En algún momento me pierdo, por querer ser una chica scout, gasto en algo que después no utilizaré y sí, nunca falta ese "amor de verano" que no va más allá de un cruce de miradas, una sonrisa y "chau, chau, adiós, yo voy al sur y tu al norte."
Y al final del camino, ya en las últimas páginas del libro, me da pena saber que termina, recuerdo lo que sentí cuando el personaje principal sufrió, se divirtió, se enamoró y ahora sigue su vida en incógnito, porque el autor no quiso agregar más.
Y finalizado el libro,finalizado el viaje, veo el panorama y tomo lo bueno, lo guardo cuidadosamente en una parte de mi corazón y lo malo lo agrego a los archivos de "yo te dije" (esas recomendaciones que a veces no seguimos y que después de la caída entendemos a qué se referían), pero de todo se aprende, de todo.
Pronto saldrá otro viaje y con él llegará otro libro,que llevaré durante días en mi mochila.


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